lunes, 15 de julio de 2013

La Gran Vía.

Esto de no tener internet en casa y no poder actualizar mis cosas con la rapidez que me gustaría, hace que tenga el blog aparcado desde hace más de dos semanas. Pero aprovechando que tengo wifi antes de ponerme manos a la obra, voy a subir hoy un breve artículo recogiendo algunas de las fotos que hice en Madrid la tarde previa a mi viaje a Miami. Quien me conoce sabe que mi lugar favorito de la capital no es otro que la Gran Vía, y más en concreto su tercer tramo, el que baja desde Callao hasta la Plaza de España, quizá porque es el que da la impresión de ser el más vivido, el más transitado, el más descuidado, sus edificios están más degradados, están en su mayoría "parcheados" tras los bombardeos de la Guerra Civil y es el que ofrece, en definitiva, un aspecto más real y urbano.

La Gran Vía, como todo el mundo sabe, fue el resultado de un largo proceso que se abrió casi al tiempo que se explanaba el ensanche promovido por el Marqués de Salamanca al Este del Paseo del Prado. Se necesitaba una vía rápida que conectara dicho polo con el situado en el flanco opuesto del casco histórico, el pujante barrio de Argüelles, y todo ello de forma rápida, sin tener que pasar por el imprescindible -y ya saturado- nodo de la Puerta del Sol.

Pero no será hasta aproximadamente 1906 cuando se comienza con las demoliciones, en el extremo más cercano a la calle de Alcalá, prolongándose los trabajos hasta prácticamente finales de los años 50 del siglo XX, con la construcción de los últimos edificios en el tramo más cercano a Plaza de España. La apertura se dividió en tres tramos: el primero desde la calle Alcalá hasta la Red de San Luis (confluencia con calle Montera), que recibiría el nombre de Conde de Peñalver, (primer edil municipal cuando se comienzan los trabajos); el segundo entre ésta y la Plaza del Callao, conocida como Avenida de Pi i Margall; y el tercer tramo desde esta plaza a la de España, rindiendo homenaje con su nombre a Eduardo Dato.

Todo el mundo quería estar en la Gran Vía. Así, el primer tramo se ocupa, sobre todo, con comercios y sedes de asociaciones culturales, políticas y de representación; el segundo está más destinado a instituciones, oficinas y hoteles y, finalmente, el tercero, es el lugar por excelencia de los cines, cafeterías y salas de espectáculos.

Es la Gran Vía un recorrido por la arquitectura más representativa del Madrid de la primera mitad del XX. Desde la calle Alcalá hasta la Plaza de España podemos seguir, en orden cronológico, una sucesión estilística que parte de eclecticismos diversos que mezclan reinterpretaciones de estilos como el plateresco o el barroco hasta el racionalismo revestido de motivos historicistas o "neoimperiales" del primer franquismo, pasando por edificios inspirados en la Escuela de Chicago, el Art Decó o en el expresionismo alemán. En cada uno de sus quiebros se alzan edificios representativos, que son verdaderos iconos de la arquitectura madrileña y aún española: La Unión y el Fénix, hoy edificio Metrópolis, la Compañia Nacional Telefónica, el Edificio Carrión y los edificios que los hermanos Otamendi proyectan para la Plaza de España.

Pero, como siempre, una imagen vale más que mil palabras (máxime si éstas están escritas de memoria y desde una anodina e incómoda oficina norteamericana), así que aquí os dejo con ellas:

A la izquierda, el antiguo edificio de la compañía aseguradora "La Unión y el Fénix",
según proyecto de los franceses Jules y Reymond Fevrièr. Trasladado el grupo escultórico
original a su nuevo edificio del Paseo de la Castellana, se corona desde hace unos cuarenta
años por una "Victoria Alada", obra de Federico Coullaut-Valera. A su derecha vemos el
que es, de hecho, el primer edificio de la Gran Vía en esa acera, el conocido como "Grassy"
por la famosa joyería que acoge en su planta baja.


Aspecto que ofrece el primer tramo de la Gran Vía desde la Red de San Luis.
Sus edificios se proyectan en los estilos preferidos por la burguesía y las clases
pudientes de la época, que, en definitiva, eran sus promotores.


Al final de este primer tramo aparece el que fue, hasta la construcción
del Edificio España, el edificio más alto del país, con 80 metros de altura.
Para ello fue necesario que Ignacio de Cárdenas, su proyectista, incorporara
la tecnología norteamericana en su construcción, lo que permitió además un
rápido desarrollo de los trabajos.


Sin embargo, la Compañía Telefónica quería dar un toque "español" al alzado
de su edificio, por lo cual se superpuso al cuerpo bajo basamental una portada
neobarroca en la línea de Pedro de Ribera.


Casi enfrente, nos encontramos con la "Casa Matesanz", de Antonio Palacios, que
aquí repite con éxito la idea de su fachada realizada en la calle Alcalá para el  Banco
Español del Río de la Plata (después Banco Hispano Americano y hoy Instituto Cervantes),
insertando miradores ferrovítreos entre pilastras y anticipando lo que después será el
característico muro cortina.


Aunque, sin duda, la estrella de la Gran Vía es el Edificio Carrión,
 conocido así por su promotor, o Capitol, según proyecto
 de principios de los años 30 de los arquitectos
 Vicente Eced y Luis Martínez-Feduchi.
Incorpora numerosos avances tecnologícos, como las vigas Vierendeel
 que salvan la anchura de su sala de cine sin necesidad de apoyos intermedios.
 Es ya un edificio plurifuncional, que desarrolla un amplio
 programa terciario y residencial.


Obsérvese por ejemplo la diferencia con su vecino -y prácticamente coetáneo- edificio de
seguros La Adriática y su templete cupulado que reinterpreta el bramantesco San Pietro in Montorio.
El Carrión consigue una transición fluida entre las calles Jacometrezzo y Gran Vía con una curva
claramente expresionista, favorecida por la existencia de una fachada libre, autoportante, que permite
la inclusión de ventanales longitudinales. Es de destacar que, además, incorpora carpintería curvada,
por lo que la minuciosidad y el saber hacer de todos los oficios también está presente.


Mucho más modesto es el edificio de posguerra, aunque ya de nuevo moderno,
que Luis Gutiérrez Soto proyecta para Galerías Preciados en la inmediata Plaza de Callao.
Se adapta a un solar estrecho y difícil, y su cuerpo de remate parece ser un guiño a la
la linterna que marca la esquina de su vecino Cine Callao, realizado años antes por el mismo
arquitecto con marcada inspiración decó.


Este "Palacio de la Prensa", que Pedro Muguruza diseña en los años 20, también recoge
lo mejor del tradicional aparejo de ladrillo del centro de la península. E incorpora un cuerpo principal
que dispone una serie de miradores bajo arco de medio punto, sin duda influenciado por su maestro
Antonio Palacios.


El último tramo fue el más castigado por los bombardeos de la Guerra Civil.
Varios de sus edificios, los más altos de la zona, fueron utilizados como puestos de
observación. Tras la contienda varios de ellos, como el que aparece en primer término,
se rehicieron adquiriendo un aspecto parecido al que tenían en su origen, aunque
siendo desprovistos de todos sus detalles accesorios.


La diferencia con los inmuebles del primer y segundo tramo es patente. El edificio
de la derecha cambió totalmente su fachada por el racionalismo simétrico de Casto
Fernández-Shaw (de nuevo vemos los huecos bajo el arco de medio punto y orden
gigante, tomando del maestro Palacios) y se remató por una escultura de Victorio Macho.


Foto crepuscular del último tramo de la Gran Vía desde la Plaza de España.
Inmediatamente a la izquierda, el último solar que se ocupó, en 1958. Al fondo,
el templete de La Adriática. Mezcla de estilos para una calle nada convencional.

Si os ha gustado, os espero en la próxima.

3 comentarios:

  1. Para mí, uno de los iconos que más identifican esta arteria urbana es el minutero del edificio de Telefónica (o Movistar). Me encanta. ¿Será deformación vocacional?.

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  2. Y por supuesto, el Shweppes no puede nunca faltar.

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    1. Pues sí, los dos: el del Edificio Carrión y el otro de la botella de Schweppes en el edificio confluencia Gran Vía con San Bernardo.

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