lunes, 11 de diciembre de 2017

Ábside románico de San Gil de Atienza

 
Ábside y muros testeros de las naves laterales.

La otrora importante Villa de Atienza es hoy una pequeña población de poco más de cuatrocientos habitantes censados y ubicada en el extremo Noroeste de la provincia de Guadalajara, lindante por el Norte con Segovia y Soria en un territorio que quizá pueda considerarse entre los más agrestes y duros de la geografía española.

Cabecera del templo de San Gil.

Localizada en una destacada posición estratégica en el control de los pasos que comunican ambas mesetas, se suponen estos parajes pertenecientes a manos castellanas tras la toma de Toledo en 1085 por parte de Alfonso VI, si bien no será hasta un siglo más tarde cuando la zona se repueble y la población se erija en cabeza de su propia jurisdicción de Villa y Tierra, datando de estas fechas el castillo roquero y las murallas actuales, de las que se conservan lienzos de apreciable longitud.

Ábside. En primer término, columna adosada.

Y es precisamente en esta época cuando se levanta (siglo XII) el elemento arquitectónico del que hablaremos en este artículo, el ábside de la iglesia de San Gil. No sería ni mucho menos la única construcción de este estilo que se podría encontrar, a la sazón, en las calles de Atienza: si atendemos a las crónicas hasta catorce templos componían el catálogo, pero sólo han llegado cinco de ellos hasta nuestros días: Santa María del Rey, Santísima Trinidad, San Bartolomé, Santa María del Val y el que nos ocupa.

Presbiterio. Disposición de bóvedas y fajones. Los arcos apuntados nos pueden estar dando unas fechas de construcción tardías.

San Gil se sitúa en la parte baja de la población, fuera de la primera línea de murallas que rodeaba la Villa. Del templo románico primitivo sólo resta esta pieza, puesto que la iglesia sería casi completamente reedificada durante el XVI, cuando al ábside primitivo se adosa un edificio de nueva planta y tres naves longitudinales con coro a los pies, separadas por arcos apuntados y cubiertas con armadura de madera a dos aguas. Cerrada al culto en 1939, cincuenta años pasarían hasta su recuperación para el uso turístico como Museo de Arte Sacro.

Ábside. Interior.

La cabecera de templo, en planta, puede dividirse en dos tramos separados por arcos fajones apuntados en alzado. El primero de ellos es de planta rectangular y se cubre al interior con bóveda de medio cañón apuntado, mientras que el segundo o ábside propiamente dicho, cerrado por bóveda de cuarto de esfera, presenta superficie semicircular. En cubierta también se acusa esta disposición, tejado a dos y seis aguas cubren cada uno de los espacios, respectivamente.

Ábside. Exterior.

La fachada al exterior del ábside presenta la típica división tripartita: tres calles que se generan al sobreponer columnas adosadas de fuste cilíndrico al paramento circular de sillería caliza perfectamente escuadrada y recibida con mortero de cal. Cada uno de estos paños se halla a la vez perforado por estilizadas aberturas rematadas en arco de medio punto, rehundidas para dejar espacio a las columnas cilíndricas que se sitúan a cada lado del vano y que se rematan en capiteles labrados representando dos filas de hojas de acanto que soportan los correspondientes y pesados cimacios, prolongados mediante cornisa de sección semicircular o media caña que recorre horizontalmente toda la longitud de la envolvente. Sobre cada uno de los arcos de medio punto de las ventanas, orla de puntas de diamante siguiendo el trasdós de los mismos.

Capiteles, cimacios, cornisa y medio punto con orla de puntas de diamante.

Ventana del ábside. Exterior.

Las columnas adosadas al exterior del ábside presentan la clásica disposición tripartita en basa, fuste y capitel. Se levantan como el resto del muro sobre un potente zócalo que salva el desnivel del terreno. El paramento curvo concluye superiormente mediante cornisa moldurada sostenida por canecillos. Los cerramientos del tramo recto de la cabecera no revisten mayor interés decorativo, al presentar una superficie completamente ciega.

Columna adosada colgante e intradós del arco triunfal de acceso al presbiterio.

Al interior del templo, como hemos apuntado, el presbiterio muestra claramente su subdivisión en dos tramos separados longitudinalmente (siguiendo la dirección de la nave) por dos potentes arcos fajones de directriz apuntada. Al intradós de cada uno de éstos se adosa otro arco apuntado, a modo de arquivolta, sostenido por sendas columnas colgadas (que no llegan hasta el suelo). El arco de acceso al ábside presenta además decoración pictórica. Las estilizadas ventanas que rasgan los muros siguen la misma composición que en el exterior: delimitadas por columnas sobre las jambas, que ahora son abocinadas, y coronadas por capiteles a la manera corintia. Las semicolumnas adosadas al muro, también colgadas, se prolongan en sendos nervios moldurados que convergen en la clave del arco fajón y que subdividen la bóveda de horno del ábside en tres partes. Son destacables sus capiteles, de tema antropomorfo, haciendo referencia quizá al bien y al mal.

Ventana central del ábside. Abocinamiento hacia el interior.

Capitel antropomorfo del intradós del ábside.

La Villa de Atienza, como hemos comentado, posee otras muestras de arte románico que detallaremos en siguientes artículos. Hasta la próxima.

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