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Ábside y muros testeros de las naves laterales. |
La otrora importante Villa
de Atienza es hoy una pequeña población de poco más de cuatrocientos habitantes
censados y ubicada en el extremo Noroeste de la provincia de Guadalajara,
lindante por el Norte con Segovia y Soria en un territorio que quizá pueda
considerarse entre los más agrestes y duros de la geografía española.
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Cabecera del templo de San Gil. |
Localizada en una destacada
posición estratégica en el control de los pasos que comunican ambas mesetas, se
suponen estos parajes pertenecientes a manos castellanas tras la toma de Toledo
en 1085 por parte de Alfonso VI, si bien no será hasta un siglo más tarde
cuando la zona se repueble y la población se erija en cabeza de su propia
jurisdicción de Villa y Tierra, datando de estas fechas el castillo roquero y
las murallas actuales, de las que se conservan lienzos de apreciable longitud.
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Ábside. En primer término, columna adosada. |
Y es precisamente en esta
época cuando se levanta (siglo XII) el elemento arquitectónico del que
hablaremos en este artículo, el ábside de la iglesia de San Gil. No sería ni
mucho menos la única construcción de este estilo que se podría encontrar, a la
sazón, en las calles de Atienza: si atendemos a las crónicas hasta catorce
templos componían el catálogo, pero sólo han llegado cinco de ellos hasta
nuestros días: Santa María del Rey, Santísima Trinidad, San Bartolomé, Santa
María del Val y el que nos ocupa.
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Presbiterio. Disposición de bóvedas y fajones. Los arcos apuntados nos pueden estar dando unas fechas de construcción tardías. |
San Gil se sitúa en la parte
baja de la población, fuera de la primera línea de murallas que rodeaba la
Villa. Del templo románico primitivo sólo resta esta pieza, puesto que la
iglesia sería casi completamente reedificada durante el XVI, cuando al ábside
primitivo se adosa un edificio de nueva planta y tres naves longitudinales con
coro a los pies, separadas por arcos apuntados y cubiertas con armadura de
madera a dos aguas. Cerrada al culto en 1939, cincuenta años pasarían hasta su
recuperación para el uso turístico como Museo de Arte Sacro.
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Ábside. Interior. |
La cabecera de templo, en
planta, puede dividirse en dos tramos separados por arcos fajones apuntados en
alzado. El primero de ellos es de planta rectangular y se cubre al interior con
bóveda de medio cañón apuntado, mientras que el segundo o ábside propiamente
dicho, cerrado por bóveda de cuarto de esfera, presenta superficie
semicircular. En cubierta también se acusa esta disposición, tejado a dos y seis
aguas cubren cada uno de los espacios, respectivamente.
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Ábside. Exterior. |
La fachada al exterior del
ábside presenta la típica división tripartita: tres calles que se generan al
sobreponer columnas adosadas de fuste cilíndrico al paramento circular de
sillería caliza perfectamente escuadrada y recibida con mortero de cal. Cada
uno de estos paños se halla a la vez perforado por estilizadas aberturas
rematadas en arco de medio punto, rehundidas para dejar espacio a las columnas cilíndricas
que se sitúan a cada lado del vano y que se rematan en capiteles labrados
representando dos filas de hojas de acanto que soportan los correspondientes y
pesados cimacios, prolongados mediante cornisa de sección semicircular o media
caña que recorre horizontalmente toda la longitud de la envolvente. Sobre cada
uno de los arcos de medio punto de las ventanas, orla de puntas de diamante
siguiendo el trasdós de los mismos.
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Capiteles, cimacios, cornisa y medio punto con orla de puntas de diamante. |
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Ventana del ábside. Exterior. |
Las columnas adosadas al
exterior del ábside presentan la clásica disposición tripartita en basa, fuste
y capitel. Se levantan como el resto del muro sobre un potente zócalo que salva
el desnivel del terreno. El paramento curvo concluye superiormente mediante
cornisa moldurada sostenida por canecillos. Los cerramientos del tramo recto de
la cabecera no revisten mayor interés decorativo, al presentar una superficie
completamente ciega.
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Columna adosada colgante e intradós del arco triunfal de acceso al presbiterio. |
Al interior del templo, como
hemos apuntado, el presbiterio muestra claramente su subdivisión en dos tramos
separados longitudinalmente (siguiendo la dirección de la nave) por dos
potentes arcos fajones de directriz apuntada. Al intradós de cada uno de éstos
se adosa otro arco apuntado, a modo de arquivolta, sostenido por sendas
columnas colgadas (que no llegan hasta el suelo). El arco de acceso al ábside
presenta además decoración pictórica. Las estilizadas ventanas que rasgan los
muros siguen la misma composición que en el exterior: delimitadas por columnas
sobre las jambas, que ahora son abocinadas, y coronadas por capiteles a la
manera corintia. Las semicolumnas adosadas al muro, también colgadas, se
prolongan en sendos nervios moldurados que convergen en la clave del arco fajón
y que subdividen la bóveda de horno del ábside en tres partes. Son destacables
sus capiteles, de tema antropomorfo, haciendo referencia quizá al bien y al
mal.
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Ventana central del ábside. Abocinamiento hacia el interior. |
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Capitel antropomorfo del intradós del ábside. |
La Villa de Atienza, como
hemos comentado, posee otras muestras de arte románico que detallaremos en siguientes
artículos. Hasta la próxima.
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