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lunes, 7 de octubre de 2019

Segovia: Algunos templos buenos



El románico de los templos segovianos, levantados entre los siglos XII y XIII, nos habla de la importancia económica, agrícola y ganadera en un primer momento, que adquirieron estos territorios a medida que la línea fronteriza entre castellanos y musulmanes se iba desplazando hacia el Sur. Tendrían que ver en ello los numerosos favores concedidos por los monarcas, la peculiar situación estratégica de la ciudad, las facilidades dadas para la repoblación del territorio y el ser la cabeza de una dilatada Comunidad de Villa y Tierra que incluso se extendía al otro lado de la Sierra de Guadarrama. En la actualidad, y a pesar de que no es desdeñable el volumen de lo desaparecido, el número conservado de templos erigidos en esta capital castellana durante esta época supera la veintena. En ellos destaca un elemento que les confiere una especial singularidad respecto a los levantados en otros puntos de la geografía española y europea: se trata de las galerías porticadas, que desde Segovia irradiarán hacia otros puntos de las actuales provincias de Guadalajara, Soria o Burgos. De entre las iglesias más conocidas de Segovia, en este primer artículo dedicado a ellas he querido destacar estas cuatro: San Martín, San Millán, San Esteban y San Justo.


IGLESIA DE SAN MARTÍN


Enclavada en un espacio urbano privilegiado, hacia la mitad de la calle que, a modo de espina dorsal atraviesa el centro histórico de Segovia, la iglesia parroquial de San Martín, rodeada de palacios que nos hablan de la bonanza que esta pequeña capital castellana alcanzó gracias al comercio y la ganadería, supone uno de los ejemplos más destacados del llamado "Románico segoviano", caracterizado fundamentalmente por las arquerías que rodean las fachadas, siendo éste el único caso en el que pueden observarse tres de sus flancos protegidos por éstas.

Ábside lateral derecho

Levantada en origen a finales del siglo XI o principios del siguiente, el edificio se componía de tres naves divididas en tres tramos, con otros tantos ábsides en la cabecera. A mediados del XII tendría lugar la primera gran ampliación, con la adición de un transepto (no definido en planta, rematado por cimborrio apeado sobre trompas) y presbiterio tripartito, con tres ábsides escalonados, hacia el este. También dentro de esta operación se levantaría la torre sobre el segundo tramo de la nave central, para lo cual sería necesario reforzar la primitiva estructura de pilares y cambiar el sistema de bóvedas. Este campanario, ejecutado en ladrillo a fin de hacerlo más ligero, se divide en tres tramos, de los cuales los inferiores están perforados en sus caras por parejas de arcos de medio punto, rehundidos, incorporando una columna pétrea entre ellos.

Galería del flanco sur

Al exterior, a pesar de la curiosa distribución de formas y elementos de los ábsides, con galerías ciegas sobre las que apoya otro nivel de estrechas ventanas bajo orla de taqueado jaqués, lo que verdaderamente llama la atención son las tres galerías porticadas. De ellas, la orientada al mediodía, a pesar de las restauraciones un tanto abusivas del siglo XIX, es la más destacada: cuenta con trece arcos de medio punto sobre capiteles historiados con toda una suerte de animales entre reales y fantásticos apean sobre parejas de columnillas cilíndricas.
La galería norte, debido a su orientación y a la naturaleza de la piedra con la que fue construida, es la más deteriorada, si bien todavía puede adivinarse entre la decoración de sus capiteles un profundo sentido catequético apoyado en los ciclos de la Natividad y la Pasión de Cristo combinados con escenas más cotidianas como una lucha entre guerreros.

Portada principal.

Por último, la galería de los pies, al oeste, flanquea el pórtico que cobija la excepcional portada de seis arquivoltas (lisas y aboceladas dispuestas de forma alterna, con decoración vegetal y geométrica). Este pórtico es un rotundo volumen de sillería que avanza respecto a los corredores laterales y que en su frente muestra un gran hueco de medio punto, con cuatro arquivoltas orladas con círculos secantes y lazos. De ellas, la segunda y la cuarta son aboceladas, y apoyan sobre capiteles que incorporan motivos zoomorfos, a su vez sostenidos por figuras humanas de gran hieratismo dispuestas a modo de columnas.


IGLESIA DE SAN MILLÁN


Unos novecientos años son los que contemplan a esta iglesia de San Millán, los mismos desde que el rey aragonés Alfonso I el Batallador casó con la reina leonesa Doña Urraca (según se contaba en la época se llevaron mal no, peor, por cierto). Quizá por eso San Millán repite en planta la disposición de la catedral de Jaca, a la sazón capital aragonesa: Tres naves en cinco tramos para tres ábsides (más otro agregado después, que alberga la sacristía), transepto y cimborrio con pares de nervios, de inspiración califal, sobre trompas. La torre parece pertenecer a un edificio de culto anterior, tal vez del siglo X, si bien el chapitel es barroco, como prácticamente todos los que podemos encontrar en los templos segovianos. Dos galerías porticadas protegiendo los accesos completan el conjunto, con la función evidentemente práctica de  socialización entre la feligresía antes y después de misa a resguardo de los caprichos del clima. Fueron añadidas después de la construcción de las naves y, de ellas, la meridional es la más antigua y la de mayor riqueza decorativa (motivos zoomorfos y vegetales, así como escenas de la Natividad) y mejor calidad de talla en sus capiteles.

Galería meridional
Su aspecto interior es grandioso debido a su profundidad y altura, alcanzando proporciones catedralicias, y la distribución de sus espacios y sus programas decorativos serían una referencia muy repetida en los edificios de culto levantados posteriormente en la zona.

Interior. Nave central.


IGLESIA DE SAN ESTEBAN

De la iglesia de San Esteban, en el corazón de Segovia, no podemos decir que sea románica, puesto que un incendio la dejó notablemente perjudicada en el siglo XVIII y decidieron aprovechar para renovar sus naves con los nuevos criterios tanto espaciales como decorativos por entonces en boga, en parte condicionados por las necesidades del culto. 

Galería de los pies


Galería sur

Afortunadamente se mantuvieron dos de los elementos que aportan carácter al templo y le confieren un aspecto muy reconocible: Por una parte su magnífica galería porticada, dispuesta en los flancos meridional y occidental y por otro lado el esbelto campanario del siglo XII, de seis cuerpos y 56 metros de altura, enriquecido con arcosolios y vanos de medio punto con profusión de arquivoltas y capiteles de iconografía principalmente zoomorfa.



IGLESIA DE SAN JUSTO

La iglesia de los Santos Justo y Pastor es, paradójicamente, un edificio poco visitado a pesar de situarse en uno de los arrabales más próximos al acueducto, si bien fuera del recinto amurallado. Pero lo cierto es que este templo románico del siglo XII atesora uno de los ciclos pictóricos más valiosos de este estilo en España, habida cuenta de lo poco que ha llegado a nuestros días.


Su arquitectura original, por contra, es bastante sencilla y austera. De nave única y ábside semicircular, con escaso alzado, su fábrica se compone de muros de mampostería con verdugadas de ladrillo, lo que denota una gran economía de medios puesta al servicio de la funcionalidad. No es el caso de su sólida torre, que presenta mayor solidez y consta de tres cuerpos, de los cuales los dos últimos (excepción hecha del añadido superior) se encuentran labrados en sillería. Con un esquema similar en ambos niveles, a los paramentos se abren pares de huecos en medio punto (cegados los inferiores), con arquivoltas y columnas adosadas, en cuyos capiteles pueden vislumbrarse, a pesar de la erosión que produce el paso del tiempo, las imágenes típicas de los programas segovianos, con escenas que representan combates y un bestiario muy variado.



En próximos artículos trataremos de otras menos conocidas, pero igualmente importantes dentro de un recorrido completo por el románico de la ciudad de Segovia. Si os ha gustado, os espero en la próxima.

domingo, 24 de noviembre de 2013

Miradores acristalados.

Miradores acristalados en las fachadas, o de cómo ver sin ser visto. Estas galerías acaban reemplazando a los balcones en voladizo, protegidos por un simple antepecho -la mayoría de las veces forjado- que no disponían de protección frente a las inclemencias meteorológicas ni permitían observar de forma relativamente cómoda lo que sucedía en la calle.

Alicante. Edificio de viviendas en calles Castaños, Gerona y Quevedo.
Arq.: Enrique Sánchez Sedeño, ca. 1900.

Por esta razones, y especialmente después de la generalización de la fabricación en serie de elementos de fundición en la segunda mitad del XIX y, más adelante, con la capacidad de trabajar el hierro dando lugar a todo tipo de piezas y perfiles, el uso de los miradores acristalados en las fachadas de las principales viviendas burguesas, que ocupaban las mejores parcelas del centro de las ciudades principales, acaba por extenderse.

Almería. Palacio de la Diputación Provincial. Calles Reyes Católicos y Navarro Rodrigo.
Arq.: Trinidad Cuartara, 1884.

No obstante, no serían estos edificios de marcado gusto historicista, combinando de modo más o menos armónico recursos procedentes de diferentes estilos pasados que ahora se reinterpretan dando lugar a una moda eclecticista que acabaría por extenderse hasta bien entrados los años veinte del pasado siglo, los primeros en contar con este elemento arquitectónico. En lugares donde los rigores climáticos eran de consideración, como en zonas del norte peninsular, las galerías de madera suponían una solución empleada desde antiguo para resguardarse de la lluvia y al mismo tiempo dotar de luz natural y calor al interior de la vivienda. En muchos lugares donde el aislamiento, los recursos económicos o la tecnología no permitían el empleo de miradores metálicos con facilidad se siguió empleando la madera.

Yecla. Vivienda en calle Hospital, 10. Ca. 1900.

Para ilustrar lo expuesto, seguidamente haré un pequeño repaso fotográfico por aquellos miradores que me he ido encontrando a lo largo de paseos y viajes.

Alicante. Calle San Fernando c/v Alberola Romero. Ca. 1905.
Mirador ferrovítreo en esquina sobre forjado sobre ménsulas.
Antepecho y crestería de forja.

Alicante. Calle Jorge Juan, 19. Ca. 1900.
 Fachada trasera del palacio de los Marqueses del Bosch.
Miradores en madera, vidrio y forja de detalle modernista que organizan
una fachada simétrica.

Alicante. Calle Jorge Juan, 21. Ca. 1900.
Junto al anterior se levanta este antiguo edificio de vecindad,
hoy reconvertido a oficinas municipales, que presenta sendos
miradores en madera, forja y cristal sobre antepecho moldurado.
La cubierta del mirador sirve como base del balcón de la última planta.

Alicante.  Calle Berenguer de Marquina, 21. 1926.
Estos dos miradores de fábrica, superpuestos, se ubican
en el chaflán que conforman las calles Berenguer de Marquina
y Segura en el ensanche alicantino. Su diseño, tripartito, es más
austero que los anteriormente vistos y su traza ya adquiere
un lenguaje entre racionalista y decó como corresponde a la
fecha en que fue proyectado.

Alicante. Calle San Fernando, 44. Arq. Enrique Sánchez Sedeño, 1901.
La fachada del actual Instituto de Cultura Juan Gil-Albert se organiza simétricamente
integrando sendos miradores en los extremos del primer piso sobre potentes ménsulas
con los recursos modernistas empleados de forma repetida por su autor. Una balaustrada
de obra sirve de antepecho a una galería volada de estructura tripartita.

Alicante. Explanada de España, 25. Ca. 1900.
En este otro edificio eclecticista, recientemente sobreelevado,
los miradores se superponen en las dos primeras plantas y repiten
esquemas anteriormente vistos: ménsulas, detalles modernistas
y composición simétrica.

Alicante. Calle Médico Manero Mollá. Hacia 1910.
Miradores ferrovítreos con decoración modernista en
guirnaldas de forja y volutas.

Alicante. Plaza Gabriel Miró, 14. Arq. E. Sánchez Sedeño, ca. 1900.
El mirador central, de fábrica, abalaustrado, está jalonado
de motivos modernistas inspirados en la naturaleza.

Alicante. Plaza Gabriel Miró. Arq.: E. Sánchez Sedeño, 1903.
En este caso, Sánchez Sedeño emplea el metal combinado
con vidrios de colores y forja trenzada. La sillería arenisca
sirve de base al elemento, que se proyecta sobre la calle gracias
a sendas parejas de ménsulas y una clave central.


Alcoi. Calle Juan Cantó, 2. Arq.: J. V. Pascual, 1906.
Dos miradores esquineros para esta antigua vivienda modernista
que, en planta poligonal, se definen mediante un cerramiento de
metal y vidrio. La crestería del remate sirve de antepecho al
balconcillo de la segunda planta.

Alcoi. Av. País Valencià, 31. Arq.: S. Aracil, 1920.
En la reforma de este antiguo palacete se incorporan dos miradores
de obra en el primer piso, de planta pentagonal, protegidos por
antepecho de forja y delimitados por columnas de gusto´
neorrenacentista. Como en otros ejemplos ya vistos, se asientan
sobre ménsulas y su coronación actúa como barandilla de balcones
superiores.

Alcoi. Calle Sant Nicolau, 15. Arq.: J. V. Pascual. 1908.
La Casa de los Pavos es la vivienda modernista más conocida de Alcoi.
La fachada está presidida por un mirador ferrovítreo sobre voladizo pétreo
en la primera planta. De gran desarrollo, el material empleado permite la
inclusión de una gran superficie acristalada.

Almería. Calle Minero c/v Reyes Católicos. Arq.: G. Langle, 1931.
En la Casa Miguel Mateos, encontramos este mirador dividido
en dos pisos y realizado en metal y vidrio. Planta poligonal, de
idéntico desarrollo en cada uno de sus flancos, rematado con medio
punto en primer piso y solución adintelada en el segundo, en un
claro homenaje a la arquitectura del hierro que en la capital
almeriense dejaba un edificio tan significativo como su
estación de ferrocarril, de 1893.



Almería. Puerta de Purchena c/v Regocijos. Arq.: G. Langle, 1925.
Edificio historicista que incorpora dos miradores superpuestos,
divididos en cuatro calles y protegidos por balaustradas. Se cubren
con arquillos de medio punto, cerrando la composición un frontón
triangular decorado con cerámica y rematado por pináculos.

Almería. Calle Arapiles, 8. Hacia 1930.
Mirador metálico sobre ménsulas. Su estilo remite a las galerías
acristaladas modernistas con vidrieras emplomadas de colores.
Las columnitas metálicas, con pequeños capiteles, se prolongan
en el entablamento y en su base están separadas por motivos
geométricos de forja.


En Segovia, miradores como éstos son relativamente
frecuentes en su casco histórico. En realidad surgen
al cubrir antiguos voladizos de forja con finos perfiles
metálicos con sencillos adornos, que en este caso se
reducen a las formas curvas del principal y las
acróteras que sirven de remate.

Segovia. Calle Juan Bravo, 56. Ca. 1900.
En este caso la galería recorre todo el chaflán en altura y
los adornos, de inspiración modernista, se multiplican.
Destaca el primer piso como principal, tanto en vuelo como
en altura, reduciéndose ésta a medida que se asciende.

Palencia. Calle Mayor.
Conforme avanzamos geográficamente hacia el norte peninsular, el empleo
de las galerías acristaladas se generaliza. En este caso podemos observar el
empleo de los miradores de madera en los edificios de la principal vía palentina.


Yecla. Calle Juan Ortuño, 8. F. Pérez Lajara, ca. 1920.
El mirador de madera y vidrio se sitúa en un extremo del
primer piso, que en este tipo de viviendas siempre era el principal.

Yecla. Calle Juan Ortuño, 69. Ca. 1930.
El mirador, en madera y forja centraliza la composición
de la fachada, simétrica respecto al eje vertical. La  labor
de carpintería recoge vagos ecos modernistas.

Yecla. Calle San Pascual, 9. Ca. 1930.
El mirador aparece desplazado del centro de la composición. En metal y vidrio,
de abigarrada decoración en antepecho y columnillas, de sección rectangular.
Se cubre con un entablamento y un frontón escalonado. El elemento constituye
una valiosa pieza de cerrajería.

Aquí finaliza nuestro recorrido por alguno de los miradores que me he ido encontrando en mi vida diaria y mis viajes, si bien los fotografiados han sido muchos más. Quizá en una futura entrega tengamos oportunidad de echarles un vistazo. Hasta la próxima.