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domingo, 18 de mayo de 2014

Carrozas San Isidro 2014

Ayer sábado 17 de mayo por la tarde se celebró el principal acto de las Fiestas de San Isidro 2014 de Yecla: la Cabalgata y concurso de carrozas. Partiendo desde la antigua estación, recorrió la ciudad prácticamente de punta a punta durante más de cuatro horas.

La Cabalgata yeclana no es un desfile al uso. La particularidad reside en sus cerca de sesenta carrozas participantes, elaboradas por la propias peñas desde meses antes, y cubiertas por miles de cucuruchos de papel de seda de diversos colores, representando en general motivos relacionados con el campo y las labores agrícolas o tradicionales, si bien en la categoría infantil la temática gira en torno al mundo infantil y sus personajes. Durante el recorrido, además, los mismos peñistas van repartiendo al público toda suerte de productos típicos regados, como no, con vino de la tierra.

A continuación os dejo con una selección de fotos de las que más me gustaron a mí, tomadas durante la exposición que se hace de las mismas horas antes del desfile.

Categoría infantil:

"Estira que hay pa' rato", se llevó el primer premio de su categoría.



















Categoría adulta:

La peña "El ababó" se alzó este año con el primer premio de la sección adulta.

El segundo premio fue a parar a la peña "El Majuelico".

Detalle de la carroza.

Este bonito macetero se llevó el tercer premio. Las alas de la mariposa se
abrían y cerraban cuando la carroza avanzaba.

La parte trasera de la misma carroza.





Las socorridas flores siempre aportan vistosidad y colorido.







El antiguo kiosco del parque.

 
Un automotor llegando a la antigua estación de vía estrecha.



Si os ha gustado, ya sabéis: el próximo año, a mitad de mayo, volverá a salir a la calle la Cabalgata con distintas carrozas. Hasta la próxima.

domingo, 24 de noviembre de 2013

Miradores acristalados.

Miradores acristalados en las fachadas, o de cómo ver sin ser visto. Estas galerías acaban reemplazando a los balcones en voladizo, protegidos por un simple antepecho -la mayoría de las veces forjado- que no disponían de protección frente a las inclemencias meteorológicas ni permitían observar de forma relativamente cómoda lo que sucedía en la calle.

Alicante. Edificio de viviendas en calles Castaños, Gerona y Quevedo.
Arq.: Enrique Sánchez Sedeño, ca. 1900.

Por esta razones, y especialmente después de la generalización de la fabricación en serie de elementos de fundición en la segunda mitad del XIX y, más adelante, con la capacidad de trabajar el hierro dando lugar a todo tipo de piezas y perfiles, el uso de los miradores acristalados en las fachadas de las principales viviendas burguesas, que ocupaban las mejores parcelas del centro de las ciudades principales, acaba por extenderse.

Almería. Palacio de la Diputación Provincial. Calles Reyes Católicos y Navarro Rodrigo.
Arq.: Trinidad Cuartara, 1884.

No obstante, no serían estos edificios de marcado gusto historicista, combinando de modo más o menos armónico recursos procedentes de diferentes estilos pasados que ahora se reinterpretan dando lugar a una moda eclecticista que acabaría por extenderse hasta bien entrados los años veinte del pasado siglo, los primeros en contar con este elemento arquitectónico. En lugares donde los rigores climáticos eran de consideración, como en zonas del norte peninsular, las galerías de madera suponían una solución empleada desde antiguo para resguardarse de la lluvia y al mismo tiempo dotar de luz natural y calor al interior de la vivienda. En muchos lugares donde el aislamiento, los recursos económicos o la tecnología no permitían el empleo de miradores metálicos con facilidad se siguió empleando la madera.

Yecla. Vivienda en calle Hospital, 10. Ca. 1900.

Para ilustrar lo expuesto, seguidamente haré un pequeño repaso fotográfico por aquellos miradores que me he ido encontrando a lo largo de paseos y viajes.

Alicante. Calle San Fernando c/v Alberola Romero. Ca. 1905.
Mirador ferrovítreo en esquina sobre forjado sobre ménsulas.
Antepecho y crestería de forja.

Alicante. Calle Jorge Juan, 19. Ca. 1900.
 Fachada trasera del palacio de los Marqueses del Bosch.
Miradores en madera, vidrio y forja de detalle modernista que organizan
una fachada simétrica.

Alicante. Calle Jorge Juan, 21. Ca. 1900.
Junto al anterior se levanta este antiguo edificio de vecindad,
hoy reconvertido a oficinas municipales, que presenta sendos
miradores en madera, forja y cristal sobre antepecho moldurado.
La cubierta del mirador sirve como base del balcón de la última planta.

Alicante.  Calle Berenguer de Marquina, 21. 1926.
Estos dos miradores de fábrica, superpuestos, se ubican
en el chaflán que conforman las calles Berenguer de Marquina
y Segura en el ensanche alicantino. Su diseño, tripartito, es más
austero que los anteriormente vistos y su traza ya adquiere
un lenguaje entre racionalista y decó como corresponde a la
fecha en que fue proyectado.

Alicante. Calle San Fernando, 44. Arq. Enrique Sánchez Sedeño, 1901.
La fachada del actual Instituto de Cultura Juan Gil-Albert se organiza simétricamente
integrando sendos miradores en los extremos del primer piso sobre potentes ménsulas
con los recursos modernistas empleados de forma repetida por su autor. Una balaustrada
de obra sirve de antepecho a una galería volada de estructura tripartita.

Alicante. Explanada de España, 25. Ca. 1900.
En este otro edificio eclecticista, recientemente sobreelevado,
los miradores se superponen en las dos primeras plantas y repiten
esquemas anteriormente vistos: ménsulas, detalles modernistas
y composición simétrica.

Alicante. Calle Médico Manero Mollá. Hacia 1910.
Miradores ferrovítreos con decoración modernista en
guirnaldas de forja y volutas.

Alicante. Plaza Gabriel Miró, 14. Arq. E. Sánchez Sedeño, ca. 1900.
El mirador central, de fábrica, abalaustrado, está jalonado
de motivos modernistas inspirados en la naturaleza.

Alicante. Plaza Gabriel Miró. Arq.: E. Sánchez Sedeño, 1903.
En este caso, Sánchez Sedeño emplea el metal combinado
con vidrios de colores y forja trenzada. La sillería arenisca
sirve de base al elemento, que se proyecta sobre la calle gracias
a sendas parejas de ménsulas y una clave central.


Alcoi. Calle Juan Cantó, 2. Arq.: J. V. Pascual, 1906.
Dos miradores esquineros para esta antigua vivienda modernista
que, en planta poligonal, se definen mediante un cerramiento de
metal y vidrio. La crestería del remate sirve de antepecho al
balconcillo de la segunda planta.

Alcoi. Av. País Valencià, 31. Arq.: S. Aracil, 1920.
En la reforma de este antiguo palacete se incorporan dos miradores
de obra en el primer piso, de planta pentagonal, protegidos por
antepecho de forja y delimitados por columnas de gusto´
neorrenacentista. Como en otros ejemplos ya vistos, se asientan
sobre ménsulas y su coronación actúa como barandilla de balcones
superiores.

Alcoi. Calle Sant Nicolau, 15. Arq.: J. V. Pascual. 1908.
La Casa de los Pavos es la vivienda modernista más conocida de Alcoi.
La fachada está presidida por un mirador ferrovítreo sobre voladizo pétreo
en la primera planta. De gran desarrollo, el material empleado permite la
inclusión de una gran superficie acristalada.

Almería. Calle Minero c/v Reyes Católicos. Arq.: G. Langle, 1931.
En la Casa Miguel Mateos, encontramos este mirador dividido
en dos pisos y realizado en metal y vidrio. Planta poligonal, de
idéntico desarrollo en cada uno de sus flancos, rematado con medio
punto en primer piso y solución adintelada en el segundo, en un
claro homenaje a la arquitectura del hierro que en la capital
almeriense dejaba un edificio tan significativo como su
estación de ferrocarril, de 1893.



Almería. Puerta de Purchena c/v Regocijos. Arq.: G. Langle, 1925.
Edificio historicista que incorpora dos miradores superpuestos,
divididos en cuatro calles y protegidos por balaustradas. Se cubren
con arquillos de medio punto, cerrando la composición un frontón
triangular decorado con cerámica y rematado por pináculos.

Almería. Calle Arapiles, 8. Hacia 1930.
Mirador metálico sobre ménsulas. Su estilo remite a las galerías
acristaladas modernistas con vidrieras emplomadas de colores.
Las columnitas metálicas, con pequeños capiteles, se prolongan
en el entablamento y en su base están separadas por motivos
geométricos de forja.


En Segovia, miradores como éstos son relativamente
frecuentes en su casco histórico. En realidad surgen
al cubrir antiguos voladizos de forja con finos perfiles
metálicos con sencillos adornos, que en este caso se
reducen a las formas curvas del principal y las
acróteras que sirven de remate.

Segovia. Calle Juan Bravo, 56. Ca. 1900.
En este caso la galería recorre todo el chaflán en altura y
los adornos, de inspiración modernista, se multiplican.
Destaca el primer piso como principal, tanto en vuelo como
en altura, reduciéndose ésta a medida que se asciende.

Palencia. Calle Mayor.
Conforme avanzamos geográficamente hacia el norte peninsular, el empleo
de las galerías acristaladas se generaliza. En este caso podemos observar el
empleo de los miradores de madera en los edificios de la principal vía palentina.


Yecla. Calle Juan Ortuño, 8. F. Pérez Lajara, ca. 1920.
El mirador de madera y vidrio se sitúa en un extremo del
primer piso, que en este tipo de viviendas siempre era el principal.

Yecla. Calle Juan Ortuño, 69. Ca. 1930.
El mirador, en madera y forja centraliza la composición
de la fachada, simétrica respecto al eje vertical. La  labor
de carpintería recoge vagos ecos modernistas.

Yecla. Calle San Pascual, 9. Ca. 1930.
El mirador aparece desplazado del centro de la composición. En metal y vidrio,
de abigarrada decoración en antepecho y columnillas, de sección rectangular.
Se cubre con un entablamento y un frontón escalonado. El elemento constituye
una valiosa pieza de cerrajería.

Aquí finaliza nuestro recorrido por alguno de los miradores que me he ido encontrando en mi vida diaria y mis viajes, si bien los fotografiados han sido muchos más. Quizá en una futura entrega tengamos oportunidad de echarles un vistazo. Hasta la próxima.

sábado, 16 de noviembre de 2013

Yecla bajo la nieve

Parece ser que estos días está por fin entrando el invierno en Yecla, al menos ésas son las informaciones que me llegan hasta tierras allende los mares. Después de un verano anormalmente largo (que recordemos también tardó bastante en llegar), este fin de semana se presenta frío y podrían aparecer las primeras heladas de la temporada (que recordemos que en Yecla pueden darse hasta bien entrado el mes de abril), así como posibles chubascos que serían de nieve a partir de los 800 m. s. n. m.

Y es que Yecla es, junto con parte de la comarca del Noroeste, una de las pocas zonas de la Región de Murcia en las que se puede hablar de verdadero invierno. Con una temperatura media anual de 14,5 ºC, la media del mes más frío (enero) desciende hasta los 5,3 ºC, dato favorecido a consecuencia de la altitud a la que se asienta la ciudad (605 m), por su orientación Norte y su exposición a los vientos mesetarios del NW.

El territorio yeclano es, a grandes rasgos, una altiplanicie que, en leve pendiente oscila entre los 500 y 800 metros sobre el nivel del mar, interrumpida por cuencas endorreicas y elevaciones montañosas de discreta entidad dispuestas en dirección SW-NE. La situación a sotavento de las circulaciones húmedas procedentes del oeste da como consecuencia un clima seco aunque riguroso, frío en invierno, de carácter mediterráneo continentalizado en cuanto a temperaturas a pesar de su relativa cercanía al mar (60 km en línea recta). La altitud del terreno provoca asimismo que exista una destacada amplitud térmica tanto diaria como entre los valores medios de invierno y verano. La disposición de los relieves montañosos va a condicionar un régimen pluviométrico irregular y escaso, concentrado principalmente en primavera y otoño, oscilando los registros anuales en torno a los 300 mm.

Esta última circunstancia es la que impide que, a pesar de su localización y relativa altitud, los episodios con precipitaciones en forma de nieve sean poco frecuentes en Yecla. Aunque suele nevar escasamente todos los años, no es habitual ver la ciudad cubierta de blanco y cuando eso sucede no queda apenas rastro a las pocas horas.

Yecla desde el mirador del Primer Paso. A la izquierda, la Iglesia Vieja.


La última gran nevada tuvo lugar el 28 de enero del año 2006. En aquella ocasión, a la abundante precipitación de la madrugada se unió un frío extremo, lo que provocó que la nieve caída se convirtiese en hielo, tardando en desaparecer totalmente varios días y provocando cortes de carreteras, cómicas colas en los supermercados y las gasolineras y alguna que otra caída.

Subida al Santuario del Castillo. El acceso estuvo cortado a vehículos durante todo el fin de semana.


En Yecla el termómetro rozó los ocho grados bajo cero durante las madrugadas de esos días, si bien en algunos parajes del término municipal se llegaron a registrar valores de hasta dieciséis grados negativos, hecho que no sucedía desde hacía más de veinticinco años. Durante los días la situación no fue más llevadera, puesto que dicho sábado 28 de enero la temperatura no subió de los cero grados.

Panorámica desde el Paso de la Bandera, en el cerro del Castillo.


A pesar de los evidentes beneficios para la agricultura, tras la larga sequía que se venía padeciendo y que se prolongaba desde hacía varios años hidrológicos, diversos cultivos sufrieron daños de diversa consideración debido a las fuertes heladas: frutales (aunque escasos en el término municipal), almendros u olivos fueron las especies más afectadas.


No corrieron mejor suerte estas palmeras de la carretera de Villena.
¿A quién se le ocurriría plantar palmeras con este clima?


A pesar de la coincidencia de la nevada con el fin de semana, el intenso frío disuadió a muchos curiosos de la oportunidad de disfrutar de algo tan poco frecuente hasta bien entrada la mañana.

Parque de la Constitución.

Jardín Av. de la Feria.

Paseo Pablo Picasso, donde se podía ver más animación bajo las
desnudas ramas de las moreras.


La precaución al circular por las calles del centro de la ciudad se hacía indispensable ante las placas de hielo. Especialmente en las afueras y en la subida al Santuario del Castillo los espesores de nieve acumulados no ofrecían tanto riesgo para los viandantes.

Calle Martínez-Corbalán. Cerca de las dos del mediodía, el
termómetro marca -2ºC.

Plaza de España.

Calle Morera, en la zona alta de Yecla.

Subida al Castillo.


La copiosa nevada, que se prolongó con diferente intensidad durante toda la jornada, dejó además imágenes como éstas:

Nieve en el Último Paso, justo antes de llegar al Santuario. La fotografía está tomada
 el día siguiente, 29 de enero. Se puede apreciar que las bajas temperaturas
 habían conservado el paisaje totalmente blanco.


Vista desde el Paso de la Bandera bajo la ventisca de nieve.


Tomando fotos de la ciudad en el mirador del Primer Paso.


La nieve, al derretirse, también propició estampas tan curiosas como peligrosas...

Esto es lo que se suele denominar "chuzos de punta".

En fin, no se espera un episodio similar en los próximos días (aunque por aquellas fechas tampoco se esperaba, no al menos tan virulento), pero parece ser que, ahora sí definitivamente, el invierno ha venido para quedarse.

Hasta la próxima.