El artículo de hoy vuelve a tratar sobre Yecla. Sin embargo, en esta ocasión traemos unas cuantas postales fechadas entre los años 60 y 80 del pasado siglo XX, en las que se muestran los cambios que iba experimentando la polvorienta y aislada ciudad que era al comienzo del periodo (de fuerte carácter, según dicen quienes han escrito sobre ella, tan alejada de la estereotipada imagen murciana) y que poco a poco la iban a ir convirtiendo en lo que es ahora. Calles todavía en muchos casos sin asfaltar o sin iluminar, edificios bajos, horizonte rural de campos cultivados sin apenas construcciones y nuevos barrios que irían surgiendo al ritmo al que se desarrollaba la industria del mueble, lo único que logró frenar la despoblación que la hizo perder más de siete mil habitantes entre 1940 y 1970.
Las imágenes, al igual que en el resto de ciudades y pueblos en las que se editaban postales, muestran por una parte lo más típico de la localidad en cuanto a monumentos o espacios urbanos y por otro lado las escasas muestras de desarrollo que iban surgiendo de forma un tanto improvisada, pero de las cuales sin duda sus habitantes se sentían de sobra orgullosos: nuevas industrias, nuevas barriadas...
Comenzamos mostrando imágenes generales de la ciudad. Las diferencias con la Yecla actual son más que evidentes; en la primera de las fotografías especialmente se observa cómo la trama urbana finaliza de forma nítida respetando la exigua huerta todavía cultivada por entonces.
La misma fotografía anterior pero incorporando dos imágenes del jardín municipal, con la fuente a la izquierda y el templete de la música a la derecha. |
Yecla a principios de los años 80. La trama urbana se ha poblado de edificios de viviendas, y han surgido nuevos barrios sobre la antigua huerta, como el Barrio del Sol junto a la Feria del Mueble. Las industrias comienzan a poblar de forma improvisada los márgenes de las carreteras de Caudete y Villena (centro y derecha de la imagen). |
Las calles yeclanas ofrecían un aspecto diferente al que muestran en la actualidad. En el casco viejo el asfalto y la iluminación nocturnas eran prácticamente inexistentes, y las viviendas poseían unas condiciones de habitabilidad bastante limitadas. El centro urbano, que concentraba entonces como ahora la mayoría de las actividades terciarias en sus amplias y largas vías, no padecía el tráfico a motor actual puesto que los vehículos a dos ruedas, tanto bicicletas como motos, eran los medios de locomoción más utilizados.
Otra postal de la calle Iglesia con sus antiguas fachadas encaladas y sus cubiertas de teja de cañón. |
A medida que descendemos hacia la parte más llana de la ciudad, los espacios se hacen más amplios y muestran una mejor imagen, aunque no pueden esconder la falta de inversión que por entonces padecía la población, ya que los Ayuntamientos prácticamente no disponían de recursos más que para gestionar las necesidades más básicas. Estas limitaciones comenzarían a cambiar con las primeras corporaciones democráticas y el cambio en los sistemas de financiación y gestión de la recaudación.
Las calles Corbalán y San Francisco siempre han sido el centro de la vida yeclana, esa arteria característica con la que todo pueblo cuenta, en la que es imprescindible dejarse ver y ser visto. Entonces y hoy, sus locales siguen siendo los más cotizados, a pesar de la extensión de la actividad comercial a las calles aledañas, especialmente las del Niño y Hospital.
Bajando en nuestro recorrido llegamos al Atrio de la Purísima, lugar desde el cual parte la numeración de las calles de Yecla, y donde se asienta el principal templo de la localidad, levantado entre 1775 y 1868 y conocido popularmente como Iglesia Nueva, en oposición a la Iglesia Vieja de la Asunción, que perdería su condición parroquial con la inauguración de este nuevo edificio.
Bajando por la calle San Francisco, que conecta la Basílica de la Purísima con el antiguo convento franciscano desamortizado en 1835, llegamos hasta el actual jardín municipal y sus dos espacios contiguos: la Glorieta o jardín, junto al Teatro, y el Parque propiamente dicho, con el palomar, en la zona baja.
En esta otra toma se aprecia, a la izquierda, el antiguo templete de la música que, con los parterres que lo rodeaban, separaba el jardín del nivel inferior, el parque de las palomas. |
El templete de la música desde el Parque. Al fondo, la calle San Francisco sube hacia el centro de la población dejando a un costado el Teatro Regio y la Sociedad Recreativa de Cazadores. |
El Parque gira en torno al Palomar levantado hacia 1936 según diseño de Teófilo Villanueva. Cada remodelación de su entorno le ha ido restando elementos: primero las ramas que salían de la base y posteriormente el lago que lo rodeaba, con la última y desafortunada intervención llevada a cabo en el año 2002.
El Palomar rodeado de los chopos que todavía hoy subsisten. |
Tras el Palomar puede verse todavía el antiguo kiosco modernista desaparecido en la actualidad. |
El Palomar, situado en el centro del hoy llamado Parque de la Constitución, y del Generalísimo cuando fue editada esta postal. |
Antes comentaba que las postales no sólo muestran las imágenes más características de las ciudades, sino también los elementos que definen un desarrollo tan exiguo como deseado por entonces.
Y, cómo no, en la Yecla de la época, no podían faltar las postales dedicadas a sus imágenes religiosas más populares y veneradas:
Y hasta aquí, por el momento, el paseo por las postales de una Yecla que comenzaba a mostrarse en color. Hasta la próxima.
No hay comentarios:
Publicar un comentario